Agitator (荒ぶる魂たち), ambicioso relato yakuza de Takashi Miike

«Agitator» (荒ぶる魂たち / Araburu tamashii-tachi) de Takashi Miike. El director japonés se aleja de las habituales locuras y excesos provocadores en una de sus tan queridas historias de yakuzas, tal vez la de hilo argumental más ambicioso en cuanto a la variedad de personajes, historias y subtramas.

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«Agitator» (荒ぶる魂たち / Araburu tamashii-tachi) de Takashi Miike. 2001. Japón.


2001 fue uno de los años más frenéticos e hiperactivos de Takashi Miike. Según Imdb, hasta siete películas llegó a realizar solo ese mismo año este prolífico director nacido en 1960 en Yao, prefectura de Osaka, Japón. Y entre ellas, varias de las mejores, más salvajes y más memorablemente recordadas de su carrera. Ahí estaban Ichi the killer (Koroshiya 1), Visitor Q (Bijitâ Q) o La felicidad de los Katakuri (Katakuri-ke no kôfuku). Sin embargo, ese año también realizó un título que obtuvo una excelente consideración por parte de la crítica pero que parece que con el tiempo ha caído bastante en el olvido, tal vez por no tratarse de uno de sus provocadores y excesivos filmes, que eran marca de la casa en la época y lo que la mayoría de los fans esperaban de él y que más recuerdan con el tiempo.

El Miike más contenido, no tan famoso como el provocador y explosivo. Es por ello que el film se merecía dedicarle unas líneas en modo reivindicativo, que son las que aquí presentamos. Existen varios montajes de Agitator, de diferente duración cada una de ellos; de 1h. 45 minutos, de dos horas y media y de 200 minutos. El que yo he tenido oportunidad de ver corresponde a la de dos horas y media, extensión suficiente para poder extraer una opinión lo bastante fundamentada sobre ella. En esta ocasión nos encontramos con una de las tan queridas historias de yakuzas de Miike; tal vez la de hilo argumental más ambicioso de las que ha rodado el director en cuanto a la variedad de personajes, historias y subtramas. Un guión formado por una compleja red de alianzas entre clanes mafiosos, asesinatos y traiciones y el yakuza que se rebela frente al resto, ante una situación que considera injusta (idea también frecuente en los títulos yakuzianos de Miike).

El director firma aquí una de sus películas de realización más clásica, de ritmo pausado, dejando de lado sus habituales desfases, así como cualquier recurso a estilismos visuales. También se muestra más contenido en la plasmación de las inevitables escenas violentas, hasta el punto de ofrecer algún asesinato fuera de plano. Resulta destacable que, a pesar de la alta cantidad de personajes y situaciones, todo queda claro en todo momento y no existe riesgo de perderse con la variedad de tramas ni de que se acabe convirtiendo todo en un batiburrillo incomprensible. El film, a pesar de las dos horas y media de duración, no cae en tiempos muertos y vemos que la extensión es la adecuada para conocer a fondo la psicología de sus personajes (es de destacar la relación entre el protagonista y su superior, también amigo). En definitiva, una de las películas más interesantes de Takashi Miike con la que demostraba su dominio narrativo, que era un todoterreno y que no necesitaba recurrir a sus locuras habituales para construir una más que interesante película.

▶️ ▶️ ▶️ ▶️ ▶️ ▶️ ▶️      Reseña de Felipe Mugica.

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