Por su forma de entender la música, por la delicadeza y exquisitez de sus melodías y composiciones, así como por la calidad de todos sus trabajos (para el audiovisual o a título personal), Masakatsu Takagi (高木 正勝) merece más que de sobra ser incluido entre nuestros ilustres “Grandes compositores del audiovisual”.
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Nacido en 1979 en Kioto, Japón; Takagi Masakatsu comenzó su carrera de forma muy tardía, alrededor de los 20 años. En su juventud tomó lecciones de piano de los 12 a los 18 años. Según sus propias palabras: “Un poco tarde. Por lo general, si quieres ser pianista, tienes que aprender a una edad más temprana. Como a los seis años de edad”. A Masakatsu realmente le encantaba tocar el piano, pero no podía ir a una escuela de música porque vivía en Kioto, que está muy lejos de Tokio así que comenzó también a interesarse en el diseño, la fotografía y todo lo relacionado con lo visual, comenzando a picarle el gusanillo por el uso de la cámara de video filmando alrededor del mundo y haciendo algún tipo de video musical para amigos músicos.
Todas estas inquietudes le llevaron a identificarse como artista visual, creando videoarte con su propia música que tocaba con su piano y procesamiento de software. En 2001, su primer álbum, Pia, fue lanzado por Carpark Records en los Estados Unidos. Después de otros lanzamientos en Karaoke Kalk, cambió su enfoque a tocar el piano de manera más específica, en forma de un estilo íntimo de piano solo, así como también en entornos de banda de música y con orquestas más grandes. En 2003, como artista visual, colaboró con David Sylvian, creando proyecciones visuales para los conciertos de este. Masakatsu también creó visuales para otros músicos como Haruomi Hosono y Yukihiro Takahashi. Este último fue quien le presento a un buen amigo que buscaba un enfoque musical distinto para su próxima película respecto a las anteriores que había filmado. Dicho amigo resultó ser Mamoru Hosoda y la película Wolf Children (2012).
Tras ser presentados, Masakatsu y Hosoda estuvieron juntos durante tres días en la casa del director viendo imágenes e imágenes de la película mientras el compositor creaba decenas de temas al piano. Fue tan fértil el proceso de composición que Hosoda salió encantado de esa reunión y de la creatividad de Masakatsu en la composición dándole carta de libertad para que compusiera la banda sonora. Esta fue la primera incursión del compositor en el mundo del cine.
Imagen vía Cinra.net
No obstante, aun habiendo creado una excelente banda sonora, Masakatsu no se sentía realizado con la música que creaba, achacando al estrés de vivir en una ciudad el no poder desarrollar todo su potencial como músico y tampoco se sentía cómodo con el estilo de vida de las grandes urbes con un estilo de vida occidental donde todo gira alrededor de trabajo duro durante largas jornadas y dinero. En 2012 muchas personas, especialmente los jóvenes, cambiaron su vida para verse de una manera más tradicional, más realista. Así que en 2013, se mudó de Kioto a un pueblo muy pequeño en las montañas de Hyogo, Japón. Adentrándose en el mundo de la agricultura, conviviendo con muchas personas octogenarias y nonagenarias; comenzó a aprender cómo vivir en el estilo de vida tradicional de Japón y alcanzar una paz en esos tranquilos parajes que le llevaron a sentirse capaz de crear la música que él sentía que llevaba en su interior. Teniendo una época muy prolífica creando mucha música de corte intimista y conectada con la naturaleza que luego fue utilizando para distintos encargos de publicidad en televisión que le iban surgiendo así como para utilizar algunos de ellos junto a nueva música compuesta para el fantástico documental dirigido por Mami Sunada The Kingdom of Dreams and Madness (2013), el cual nos presenta el día a día en Studio Ghibli mientras el tristemente desaparecido Isao Takahata y Hayao Miyazaki están en pleno proceso de creación de The Tale of the Princess Kaguya y The Wind Rises respectivamente. Decir que la música de Masakatsu es una pieza clave en dicho documental y funciona a la perfección con el espíritu del famoso estudio en su amor y defensa por la naturaleza.
El año 2014 volvió a cruzar el camino de Masakatsu con el de Mamoru Hosoda, el cual volvió a acudir al compositor para que creara la música de su nueva película: “The Boy and the Beast” (2015) donde vuelven a ser protagonistas sus cálidas y conmovedoras melodías que ya nos regaló con Wolf Children con un desarrollo más festivo por momentos y espectacular dada la historia que se nos cuenta aunque la paternidad y la ternura musical que la representa siga estando muy presente en la cinta. En 2017, Masakatsu comienza a trabajar en Marginalia, su proyecto más personal, el cual consiste en grabaciones de piano diarias creadas en su estudio privado rodeado de montañas, con una fuerte influencia del sonido de la naturaleza adyacente desde las ventanas abiertas del estudio, desde la libertad de las distracciones de la vida, comenzó a representar no solo una colección de nuevas material, sino una visión de la vida de él mismo en Hyogo.
Según sus propias palabras: “Para el proyecto Marginalia abrí todas las ventanas para recibir los sonidos de la naturaleza y tocar el piano sin ningún tipo de preparación: sin sobregrabar, sin escribir, sin editar o mezclar, sin arreglar… tal como es. El origen son grabaciones de piano improvisadas en bruto donde los sonidos de la naturaleza y las notas musicales se graban al mismo tiempo, en armonía sin ninguna discriminación. Me encanta pensar que la naturaleza también puede escuchar mi piano. La naturaleza es la melodía, la armonía”. La discográfica Milan Records lanzó Marginalia el 7 de diciembre de 2018 en cd, digital, y vinilo.
Imagen vía Cinra.net
2017 también le traería nuevamente una nueva colaboración y arduo trabajo con Hosoda para su nuevo film: Mirai (2018). Masakatsu, vuelve a brindar en esta película su sensibilidad al piano, preciosos arreglos para los vientos. Manteniendo las exuberantes orquestaciones al mínimo, centrándose en gran medida en el sentimentalismo transmitido por guitarra acústica, preciosas florituras al piano, sintetizadores con ecos infantiles y el alboroto propio de la naturaleza como telón de fondo. Es decir, sonido 100% Masakatsu que funciona a las mil maravillas con esta preciosa historia.
Tras Mirai, en 2019 llega el que es hasta ahora su último trabajo para el cine: Silent Rain (2019), un drama romántico dirigido por Ryutaro Nakagawa en el que el compositor se siente como pez en el agua ofreciendo una música intimista donde el piano transmite con una delicadeza absoluta la historia y sentimientos de la pareja protagonista. Los tres últimos años, Masakatsu ha estado completamente volcado en su proyecto Marginalia, del que ya se han editado cuatro volúmenes en los que el compositor conecta al oyente directamente con la naturaleza que rodea e inspira al menudo compositor nipón. Ofreciendo conciertos de estos trabajos por todo el país con gran reconocimiento de público y crítica.
Sus obras visuales han sido exhibidas en muchos museos y galerías también. Algunas de sus obras son propiedad de museos de arte contemporáneo, han sido encargadas por instituciones científicas y universidades, e igualmente han sido encargadas por empresas como Audi o Nokia. Son apenas once años de carrera como músico pero no hay duda de que, por su forma de entender la música, la delicadeza y exquisitez que tienen sus melodías y composiciones así como por la calidad de todos sus trabajos; ya sean para el audiovisual o a título personal, Masakatsu merece de sobra ser incluido en este listados de ilustres compositores de música.
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NOTA: Quiero agradecer esta entrada a Juan Ramón Hernández, que continúa ampliando como firma invitada nuestros contenidos relacionados con el mundo de las bandas sonoras.
Esperamos que gracias a estas entradas os animéis a descubrir fantásticas bandas sonoras y a sus respectivos compositores.
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