Nuestros “Grandes compositores del audiovisual” reciben a Fumio Hayasaka (早坂 文雄). Pese a su corta vida estamos ante uno de los compositores más prestigiosos e influyentes del siglo XX, cuyo nombre está inscrito con grandes letras de oro en los libros de la música no solo de Japón, sino del mundo entero.
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Fumio Hayasaka (早坂 文雄) nació el 19 de agosto de 1914 en la ciudad de Sendai, en la isla de Honshū. Por motivos laborales, en 1918, Hayasaka y su familia se mudaron a Sapporo en la isla norteña de Hokkaidō y allí tuvo su primer contacto con el mundo de la música gracias a vecinos de la etnia ainu. Los cuales no dudaron en acoger como de la familia a aquel pequeño y curioso niño de 4 años que se unía a ellos todos los días absorto junto a las hogueras mientras estos interpretaban instrumentos de percusión, viento y cuerda.
Fue con uno de estos vecinos con el que, con el paso de los años, aprendió a tocar el tonkori (una especie de cítara típica del pueblo ainu). Esta afición cada vez más creciente por la música le llevó a querer aprender a tocar el piano cuando cursaba en la Hokkaido Sapporo Nishi High School donde conoció a Akira Ifukube con el que forjó una enorme amistad. En 1933, fruto de su pasión compartida por la música, Hayasaka y Akira Ifukube organizaron la New Music League; una asociación formada por los más destacados talentos del colegio con el fin de dar la máxima visibilidad posible a este arte, lo que les llevó a celebrar un exitoso festival durante cinco años.
Mientras tanto Hayasaka continuaba su formación como compositor y entre los años 1935 y 1938 escribió varias obras que fueron reconocidas y premiadas: su pieza Futatsu no sanka e no zensōkyoku (1935) fue galardonada con el primer premio de la radio nacional y otra pieza para concierto, Kodai no bukyoku, se alzó con el Premio Weingartner en 1938. Pero ya por aquella época el mundo del cine llamó a su puerta y recibió el encargo de componer la banda sonora de la película Ribbon o musubu fujin (1939) dirigida por Satsuo Yamamoto. Fue tal la satisfacción que sintió con el resultado que ese mismo año decidió mudarse a Tokio para labrarse una carrera en el mundo del celuloide. Lo cual no tardó mucho en suceder. En el año 1940 pone su creciente talento al servicio del drama bélico Kaigun bakugekitai y del drama costumbrista Tabi yakusha en las cuales ya dejaba muy manifiesto su estilo musical, con una línea tardío-romántica muy marcada con influencias de la música tradicional japonesa.

Continuó su ascendente carrera entre 1940 y 1942 componiendo música para películas tan reconocidas en Japón como Shiragasi, Midori no Daichi, Haha no chizu, o Koharu kyogen de la mano de grandes directores (Nobuo Aoyagi, Yasujiro Shimazu, Takeshi Sato) bajo el manto de TOHO Studios (a los cuales se llevó a su gran amigo Ifukube a trabajar también) pero la irrupción de La Segunda Guerra Mundial hizo que tuviera un hiatus de varios años. Lo que nos lleva hasta 1948, año donde nace la colaboración que elevaría a Hayasaka a los altares de la composición de música para el audiovisual, esta no es otra que la que mantuvo con Akira Kurosawa. Aunque esta no fue muy duradera debido a la temprana muerte del compositor . Su primera película juntos fue Drunken Angel (Yoidore tenshi) y a partir de aquí su colaboración se convirtió en una relación artística muy profunda, con Hayasaka tomando un papel muy novedoso para aquella época en lo que a un compositor se refiere, aportando ideas a la parte visual de la película. Kurosawa escribiría en su autobiografía que trabajar con Hayasaka cambió su punto de vista sobre cómo se debe usar la música de cine; a partir de entonces, vio la música como un «contrapunto» de la imagen y no sólo como un «acompañamiento». Como curiosidad, esta es también la primera película en la que Kurosawa utilizó a Toshiro Mifune como actor.
Entre las películas para las que Hayasaka compuso música para Kurosawa se encuentran Stray Dog (1949), Rashomon (1950), Ikiru (1952) y Seven Samurai (1954). Igualmente, durante la década de 1950, Hayasaka también compuso las partituras de algunas de las obras finales de otro de los grandes directores japoneses, Kenji Mizoguchi. El compositor escribió la música para Ugetsu (1953), Sansho the Bailiff (1954) y The Crucified Lovers (1954).
Rashomon fue algo muy especial para Hayasaka. Esta película ganó el León de Oro de 1951 del festival de cine de Venecia y se considera la película japonesa que abrió mercado en Occidente. En la cultura cinematográfica japonesa, los directores normalmente querían música que sonara como obras occidentales conocidas y Kurosawa le pidió específicamente a Hayasaka que compusiera música que sonara como el Bolero de Maurice Ravel. Masaru Satō, entonces un joven compositor, quedó tan impresionado con la música que decidió estudiar con Hayasaka, convirtiéndose en uno de sus alumnos más aventajados.
Previo a su muerte y ya en un estado de salud bastante preocupante Hayasaka siguió siendo una persona muy activa. En 1950, fundó la Asociación de Música de Cine. La película de 1953 Ugetsu, dirigida por Kenji Mizoguchi, contó con una partitura de Hayasaka; la película ganó el premio de plata en el Festival de Cine de Venecia de 1953. El año siguiente, 1954, hizo otra película de Mizoguchi, Sansho dayu. Esta película compartió el premio León de Plata de 1954 del Festival de Cine de Venecia con On the Waterfront de Kazan, La Strada de Fellini y Seven Samurai de Kurosawa.

Seven Samurai, fue en ese momento la producción cinematográfica japonesa más grande de la historia. Esta película presentó una marcada línea musical estrechamente relacionada con la música de concierto sinfónica occidental. Debido al estado de Hayasaka, Masaru Sato ayudó con la orquestación de la partitura, la cual utilizó el leitmotiv, que es un método de organización compositiva tomado de las óperas occidentales. Durante su estadía en Tokio, Hayasaka también escribió varias obras de concierto notables, incluidas Ancient Dances of the Left and on the Right (1941), un Concierto para piano (1948), la suite orquestal Yukara (1955) y fue mentor musical de otros dos enormes talentos de la composición japonesa: Masaru Satō y Tōru Takemitsu.
En 1955, Hayasaka falleció de tuberculosis en Tokio a la edad de 41 años (15 de octubre). Murió mientras trabajaba en la partitura de I Live in Fear (Record of a Living Being, Ikimono no kiroku), por lo que Masaru Sato completó la partitura. El alcance de la relación entre Hayasaka y Kurosawa se plasma en esta película basándose en una conversación entre los dos amigos. El compositor estaba muy enfermo en ese momento y reflexionaba sobre el miedo a su propia muerte. Débil y enfermizo por la tuberculosis, le dijo a Kurosawa que «con esta enfermedad que amenaza mi vida, no puedo trabajar». El afamado director se vio profundamente afectado por la muerte de su amigo y «cayó en una profunda depresión». La película Record of a Living Being combinó su depresión y la todavía muy reciente cicatriz atómica en Japón para crear una película con una huella muy profunda. Después de terminar la partitura de Hayasaka para Live in Fear, Masuro Sato pasó a componer siete películas más de Kurosawa. Manteniendo la influencia orquestal occidental de su maestro y mentor.
Tōru Takemitsu, su otro querido y aventajado alumno, en su memoria y como homenaje, escribió su Réquiem para cuerdas en 1957.
No hay ninguna duda de que al hablar de Fumio Hayasaka, pese a su corta vida, estamos haciéndolo de uno de los compositores más prestigiosos e influyentes del siglo XX. Cuyo nombre está inscrito con letras de oro en los libros de la música no solo de Japón sino del mundo entero.
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NOTA: Quiero agradecer esta entrada a Juan Ramón Hernández, que continúa ampliando como firma invitada nuestros contenidos relacionados con el mundo de las bandas sonoras.
Esperamos que gracias a estas entradas os animéis a descubrir fantásticas bandas sonoras y a sus respectivos compositores.
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