Considerado uno de los “Grandes compositores del audiovisual” de su generación, respetado y admirado, a sus 80 años (y sigue en activo) el legado que dejará el maestro Shin’ichirō Ikebe (池辺 晋一郎) al mundo de la música es tan vasto que ni él mismo recuerda la cantidad de temas musicales que ha compuesto.

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Considerado uno de los compositores más grandes de su generación, el legado que dejará al mundo de la música es tan vasto que ni él mismo recuerda la cantidad de temas musicales que ha compuesto. Polifacético como pocos ha escrito obras para cine, televisión, ópera, teatro y obras orquestales y de cámara.

Nacido en la ciudad de Mito, Prefectura de Ibaraki (septiembre de 1943), fue un niño enclenque y muy débil, al cual siempre acosaban los otros niños de su barrio. Como escape a esta situación, el joven Ikebe se refugió en el piano que había en su casa para aprender de forma autodidacta a interpretarlo. Ikebe siempre incide recordando aquella época que había una relación familiar con quien muchos años más tarde fuera un reputado periodista, Takashi Tachibana, el cual vivía en el mismo vecindario, y que tanto Tachibana como él leían muchos libros en la casa del otro, lo cual le hizo ver el mundo con otros ojos y forjar en él una formación personal y cultural que le ayudó mucho a abrirse camino en la vida. En 1963, se graduó de la escuela secundaria Tokyo Metropolitan Shinjuku donde ya dio muestras de un gran conocimiento musical tanto para la interpretación como para la composición y, al margen de pulir sus aptitudes como pianista, también se destapó como un muy buen intérprete de clarinete y voz del coro de la escuela bajo la tutela de Akira Ikeda y de Uno Kouyoshi (profesor y uno de los grandes críticos musicales de la época). Todo este aprendizaje le llevó a matricularse en la Universidad de las Artes de Tokio en su Facultad de Música y Departamento de Composición, graduándose cuatro años más tarde como uno de los mejores de su promoción estudiando con Tomojiro Ikeuchi, Akio Yashiro, Akira Miyoshi y Yuzuru Shimaoka. También en sus años universitarios forjó amistad con Shigeaki Saegusa, que era un año mayor que él, y ambos eran considerados la esperanza de los jóvenes compositores de la época.

En esta época Ikebe destacó ante profesores y compañeros por su obra para música de cámara titulada Krepa Shichisho, la cual llamó la atención de Toru Takemitsu. Esto le abrió de par en par las puertas del mundo de la música para el audiovisual como asistente musical durante un largo período de tiempo que le hizo comprender como se trabajaba en esa disciplina para más adelante ser él mismo el que compusiera para obras de grandes directores. La primera de esas oportunidades llegó en 1978, cuando un joven y emergente Hayao Miyazaki le recluta para que sea el compositor de la que hoy es serie de culto y joya del anime: Conan, The Boy in Future, donde el compositor firma una exquisita partitura con unos arreglos y orquestaciones muy novedosas en algunos temas y otras más clásicas cuya combinación no hacen sino enriquecer narrativamente la historia de forma sobresaliente.

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Dos años más tarde, para su sorpresa, el más grande de los directores de cine japoneses llama a su puerta para que trabaje la música de su próxima película, Kagemusha. Akira Kurosawa había contactado con Toru Takemitsu para que fuera el compositor de dicha película pero en aquel momento el compositor estaba totalmente inmerso en la composición de la banda sonora de la película Tempyo no iraka (Kei Kumai) por lo que le recomendó a Kurosawa que contactara con Ikebe del cual le dio grandes referencias.

Kurosawa no las tenía todas consigo ya que prefería a un compositor con más experiencia pero tenía en muy alta estima a Takemitsu (con el que más adelante contaría para RAN) y le dio la oportunidad a Ikebe, quien lejos de amilanarse ante la idea de trabajar con alguien tan peculiar como Kurosawa, firmó una partitura imponente ahondando en las músicas étnicas japonesas con melodías espectaculares y gran sentido de la épica. Tan satisfecho quedaría Kurosawa de su trabajo que años más tarde volvió a reclamar su talento para que compusiera la música de Los sueños de Akira Kurosawa (1990). Ocho cortometrajes en los que Ikebe aplicó una música ambiental muy al hilo con los tonos evocadores y optimistas de unas historias que abarcan con exquisitez la transición de la infancia a la vejez.

Otra de las grandes obras para el mundo del cine compuestas por Ikebe es la banda sonora para la multipremiada Setouchi shonen yakyu dan (Masahiro Shinoda 1984). Drama ambientado en la post guerra donde el compositor vuelve a deleitarnos con una exquisita composición cargada de una sensibilidad narrativa musicalmente que toca la fibra del espectador en muchas ocasiones.

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Igualmente excepcional es su música para, nuevamente una película de Kurosawa; Rhapsody in August (1991). Historia que aborda los bombardeos de Nagasaki a través de los ojos de tres generaciones de una familia y en donde nuevamente la delicadeza de Ikebe para abordar musicalmente el drama y la esperanza queda reflejada con maestría. Destacar también en el haber de Ikebe otras muy buenas bandas sonoras como las compuestas para Unagi (1997), Karafuru (2000), Akai hashi no shita no nurui mizu(2003) o Baruto no gakuen (2006) entre otras. Todas ellas composiciones en donde queda manifiesta sobre todo la exquisita sensibilidad para crear melodías.

Junto a su carrera como compositor para el medio audiovisual y, como ya hemos comentado al comienzo del artículo, a lo largo de los años ha compuesto música para infinidad de disciplinas musicales como obras de concierto que incluyen 10 sinfonías, 11 óperas y más de 480 partituras de música incidental para obras de teatro. También tiene una profunda conexión con el mundo de la música amateur, especialmente con el canto coral. Mientras era miembro de la junta de la Federación Coral de Japón durante muchos años, en 1984 compuso la suite de coro mixto Devil’s Gluttony encargada por el Grupo de Coros del Centro del Ayuntamiento de Kobe, lo que lo llevó a interactuar con el movimiento de canto. Desde 2007, es Director Musical de la división de música de la Fundación Cultural Setagaya, dando breves charlas en el escenario durante los eventos.

Apareció como moderador durante 13 años hasta marzo de 2009 en NHK Kyoku Hour (NHK Educational TV). Ex presidente de la Asociación de Compositores de Japón. Ex presidente de la Asociación Japonesa de Escritores Musicales. Profesor del Colegio de Música de Tokio. Director de Yokohama Minato Mirai Hall desde el 1 de abril de 2007 hasta el 31 de marzo de 2020. Actualmente es también Profesor Emérito en el Colegio de Música de Tokio, Director de la Ciudad de la Ópera de Tokio y Director de la Fundación de Intercambio Cultural e Internacional de Himeji.

Su carrera está plagada de premios y reconocimientos:

1966: Primer Premio en la sección de composición del 35º Concurso de Música de Japón. 1966: Primer Premio en el concurso de composición de música de cámara Ongaku-No-Tomo Sha. 1968: Premio de Composición de Ongaku-No-Tomo Sha Corp. Premio de la Ciudad a la excelencia en el TV-Opera Fest en Salzburgo, Otorgado el Premio de Radiodifusión Italiana (RAI) 3 veces. Premios Emmy Internacionales. Premio a la excelencia en el Festival de Bellas Artes 4 veces. Premio Otaka 3 veces. Premio de Música de Cine Mainichi 3 veces. Premio de Música a la excelencia en el Premio de la Academia Japonesa 9 veces. Galardonado con el Premio de Cultura de la Radiodifusión de la NHK. Premio de Música JXTG. Premio cultural de Himeji-City, Yokohama -City, Mito-City y Kanagawa-pref. Condecorado con una Medalla Púrpura en 2018: Premio 50 Aniversario de la Agencia de Asuntos Culturales y Persona de Méritos Culturales. Recibió la Orden del Sol Naciente, Rayos de Oro con Cinta en el Cuello en la primavera de 2022.

A sus 80 años sigue plenamente activo y es una de las figuras más respetadas y admiradas del mundo de la música en Japón.

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