Grandes compositores del audiovisual: Naoki Sato (佐藤 直紀)

Naoki Satō (佐藤 直紀) se suma a nuestros  “Grandes compositores del audiovisual”. Nos ha deleitado con preciosas partituras para cine, televisión y animación. Su capacidad de adaptación y libertad creativa nos deja temas que atrapan, emocionan y sumergen al espectador por completo en las historias que cuentan.

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Nacido en la prefectura de Chiba, Japón, 2 de mayo de 1970, cuando era niño, los programas de canto comenzaban a alcanzar una gran popularidad, así que Sato solía verlos mucho. De dichos programas le interesaban las bandas que interpretaban la música, y solía hacer guitarras con gomas elásticas y cartón. En cuarto de primaria comenzó a tocar la trompa en la banda de música, pero no conocía las tonalidades mayores y menores y apenas sabía leer la música. Cuando estaba en el primer ciclo de secundaria, las bandas eran muy populares y todo el mundo tocaba la guitarra, pero él no sabía tocar bien, así que le pusieron en el teclado. Pero seguía sin saber tocar. No sabía tocar y no sabía leer música, así que finalmente decidió aprender a tocar el piano. Su profesor tenía un estilo de enseñanza muy flexible, le dejaba tocar no solo música clásica, sino también música pop, y le decía: ”Imagina la pieza que quieras tocar”. Así que el joven Sato aprendió que podía tocar no sólo lo que ponía en la partitura, sino también cambiarlo libremente. Poco a poco, empezó a disfrutar de dicha libertad, y mientras hacía cosas como pensar en cómo quedaría si hacía algunos cambios, aquel profesor le dijo que era cada vez más apto para componer música. Es más, cuando le dijo que no sabía escribir música, le animó, diciéndole que no había reglas y que debía ser libre de escribir lo que quisiera. Más adelante, cursando tercero de bachillerato, se interesó por la gente que se dedicaba a componer y, como entonces no había internet, buscó en varios libros y descubrió que había gente que se había licenciado en escuelas de música que tenían departamentos de composición, así que pensó en ir a una escuela de música.

Así pues, empezó a estudiar en serio para los exámenes de acceso a la universidad de música, con un profesor tanto de piano como de composición (una vez a la semana de piano y composición y tres veces a la semana de solfeo). Mientras le enseñaban los fundamentos de la composición, como la armonía y el contrapunto de la teoría musical del periodo barroco, también trabajaba duro con el piano, que no se le daba muy bien. No le disgustaba estudiar música, la disfrutaba. Aunque una disciplina con tantas reglas le daba muchos quebraderos de cabeza. La armonía y el contrapunto que aprendió en aquella época eran, por supuesto, útiles para componer, pero se dio cuenta de que a veces las reglas que dicen que hay que hacer esto o aquello con un determinado sonido podían interponerse en su libre pensamiento. Según sus propias palabras en algunas entrevistas: “Cuando era joven, las normas me obstaculizaban. Ahora puedo escribir con mucha más libertad”.

No fue hasta que entró en la universidad cuando empezó a aspirar a componer música como carrera, ya fuera para acompañar películas o para escribir música que la gente le pidiera. Le gustaba ver películas y dramas, pero por entonces no tenía ni idea de que escribiría música para ellos. Más bien, en aquella época solía ir mucho a conciertos de música clásica y contemporánea, y le parecía genial ver cómo presentaban y aplaudían a los compositores delante del público después de sus actuaciones. Pero cuando estaba en tercero de bachillerato, su profesor de composición le dijo repetidamente que la composición clásica no era para él y que debería dejarlo pronto e ir a una universidad generalista. Aun así, no podía renunciar a la idea de convertirse en compositor, y entonces se enteró de que la Escuela Superior de Música de Tokio estaba creando un nuevo curso de música para cine y televisión en el departamento de composición. Siempre había visto series como Papa wa Newscaster y To Friday’s Wives, que le parecían tener una música preciosa, y esto le interesaba mucho. Su profesor le aconsejó que siguiera este curso si realmente quería ir a la universidad de música.


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Imagen: Rock oN


En clase recibió tareas para componer en cualquier género, desde samba, jazz, big band, pasando por el rock hasta enka. Aprendió tocando y le explicaron a grandes rasgos cómo eran los ritmos de estos géneros musicales y cómo era una canción de enka, todo ello apoyado en la escucha de CD, lo que le llevó a crear música con un sintetizador. Entró en la universidad con la clara idea de querer ser compositor, así que en la segunda mitad de su cuarto año empezó a hacer propuestas a discográficas y otras productoras musicales y comerciales de un extremo a otro de Tokio.

En esta búsqueda y, con varias propuestas sobre la mesa, Sato se decantó por una productora de anuncios ya que se percató de que podía hacer llegar la música a todo tipo de personas, independientemente de quién la escuchara. Además, en aquella época, la música comercial era muy experimental y radical, así que pensó que era un lugar donde podía explorar como compositor. Había muchos músicos y compositores realmente interesantes, y la llamada música de vanguardia estaba en el mundo de los anuncios.

Lo más importante en el trabajo comercial siempre ha sido tener en cuenta lo que te piden y responder a ese encargo. Sato recuerda como, por ejemplo, el productor le dijo: “Es fin de año, así que hagamos una canción vigorosa como la Novena”, y escribió una pieza orquestal llamativa con un estribillo, pero el día antes de la fecha límite el cliente dijo: “No, usemos rock en lugar de orquesta”. Si sólo hubiera podido escribir una pieza orquestal, no habría sido posible, y si no hubiera podido escribirla, el trabajo habría ido a otro compositor. Pero al estudiar tanto rock como música clásica en la universidad, Sato tenía un abanico más amplio como compositor, y podía responder a cambios repentinos en lo que se le pidiera, lo que probablemente sea uno de sus puntos fuertes como compositor.

Evidentemente, Sato también quería componer música para dramas y películas, así que se presentó en varias productoras para conseguir este tipo de trabajos, pero no conseguía ninguno. Estaba a punto de abandonar la idea cuando de repente le invitaron a participar en un concurso y escribió cinco o seis temas sobre cosas como la esperanza, el coraje, la vida y las presentó al concurso. Gracias a estos temas, consiguió ser seleccionado y le fue encargada la composición de la banda sonora para el drama GOOD LUCK! Un productor que vio el drama quedó encantado con la música, y a través de esa conexión llegó a Sato su primera película. Esta fue Umizaru, la cual le enseñó lo que era realmente la música de cine, así que es un trabajo del que guarda muchos recuerdos. Tenía que ser musicalmente creativo y era difícil conseguir un OK, y fue la película que le hizo darse cuenta de lo exigente que puede ser la música para la gran pantalla. Sato siempre dice que escribe música con el espíritu de Umizaru ya que, si compone con los sentimientos que tenía entonces, puede superar cualquier trabajo. Más tarde, el productor de Umizaru también produjo ALWAYS: Sunset on Third Street y se puso en contacto con Sato ya que quedó muy contento con su trabajo para la primera, cosa que al compositor le sorprendió ya que por entonces había creado sobre todo música enérgica y masculina como en Waterboys, así que fue una sorpresa para él que le invitaran a participar en una película con un ambiente exactamente opuesto. Pensaba que podía escribir cualquier cosa, pero temía que una serie de obras enérgicas y atléticas le dieran la imagen de alguien que sólo podía escribir ese tipo de música. Ser invitado a ser parte de una obra con una atmósfera diferente amplió el abanico de su música y el género de su trabajo, así que siempre ha estado muy agradecido porque este film llegara a él. No solo porque la bella partitura que escribió demostró el gran compositor que ya era a pesar de su juventud sino porque ahí comenzó una relación de colaboración (una de las más prolíficas de la industria de cine japonesa) y amistad con Takashi Yamazaki, director de la película, que se perpetúa desde hace 20 años con una larga lista de títulos tan significativos como Ballad: Na mo naki koi no uta, Space Battleship Yamato, Friends: Mononokeshima no Naki, Eien no 0, Stand By Me Doraemon, Parasyte, Kaizoku to yobareta otoko, Destiny: Kamakura monogatari, Arukimedesu no taisen, Ghost Book Obakezukan y, cómo no, la multipremiada Godzilla Minus One. Cada una de estas películas, lleva consigo una excelente factura musical con la firma de Sato. Con temas que atrapan, emocionan, sumergen al espectador por completo en las historias que cuentan y son perfecto hilo narrativo de estas gracias a la maestría para crear melodías del compositor, así como grandes “main theme” que perduran en la memoria.


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Imagen: m-festival.biz


Todo lo mencionado anteriormente de la música de Sato para las películas de Yamazaki se puede aplicar igualmente para sus trabajos realizados para otro director con el que ha formado otro binomio prolongado en el tiempo: Keishi Otomo.

Si Yamazaki ha sabido, salvo alguna excepción como la cinta de Godzilla, `sacar´ por encima de todo la vena más melódica del compositor, Otomo ha hecho a lo largo de sus colaboraciones que sea el lado más épico de Sato el que viera la luz (evidentemente debido en su mayoría a la temática de los títulos filmados). Todo esto se hizo patente en la fabulosa Ryomaden, a la que siguieron las primeras tres películas de Rurôni Kenshin, la trama detectivesca de Himitsu: The Top Secret, el thriller Museum o el cierre de la saga Kenshin con “The Final” y “The Beginning” (ni que decir tiene que sus bandas sonoras para el samurái de la cicatriz en forma de X en su mejilla son de las más espectaculares de su carrera) sin olvidar su, hasta ahora última colaboración, en la cinta The Legend & Butterfly.

Tampoco hay que olvidar sus trabajos para el tercer director con el que más ha colaborado: Masayuki Suzuki; partituras tan ricas en lo temático y melódico como Honnô-ji Hoteru, Masukarêdo hoteru, Masukarêdo naito, Purinsesu Toyotomi; divertidas y desenfadadas como Priceless o más en línea de la acción como Hero, son muestras del buen hacer de Sato trabajando para directores tan variopintos.

Como no podía ser de otro modo en un compositor japonés, Sato también ha creado música para animación y cuya génesis fue cuando Yoshiaki Kawajiri confió en un jovencísimo Sato para que compusiera la banda sonora del anime X. El excelente resultado de este trabajo, con una música que ya tenía muy marcado el sello del compositor con una rica partitura con protagonismo de cuerdas, percusión, electrónica y, como no, su característico uso de las campanas tubulares le llevó a ser muy bien considerado en la industria del anime y a partir de ahí surgieron otras excelentes partituras como las que ha realizado para la saga Pretty Cure en distintas entregas, la `joyita´ que es el primer anime de Estudio Bones: Eureka Seven, el estupendo score compuesto para Sword of the Stranger (film dirigido por el gran Masahiro Ando), la divertida y desenfrenada partitura para Assassination Classroom o el espectacular score para Heroic Age, cuyo tema principal es uno de los mas hermosos que se han compuesto nunca para un anime. Tampoco podemos olvidarnos de sus tiernas composiciones para las entregas de Stand by Me Doraemon, así como de lo bueno de su trabajo para la película Dragon Ball Super Hero, en la que Sato salió muy bien parado dándole otro aire en lo musical a la saga respetando el canon de esta.

Trabajador incansable tiene para este 2025 ya varios proyectos en su agenda destacando entre ellos, gracias al buen hacer que hizo en su primera aproximación a la saga, la composición de la banda sonora para la película Dragon Ball Super: Monkerising.


NOTA: Quiero agradecer esta entrada a Juan Ramón Hernández, que continúa ampliando como firma invitada nuestros contenidos relacionados con el mundo de las bandas sonoras.

Esperamos que gracias a estas entradas os animéis a descubrir fantásticas bandas sonoras y a sus respectivos compositores.


Un comentario el “Grandes compositores del audiovisual: Naoki Sato (佐藤 直紀)

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