A lo largo de tres décadas y con más de trescientas obras en su haber, Kaoru Wada (和田 薫) -bien sea como compositor, orquestador o arreglista- es uno de los más reputados y respetados músicos de Japón, dentro y fuera de sus fronteras, así como uno de nuestros “Grandes compositores del audiovisual”.
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Kaoru Wada nació en 1962 en la ciudad de Shimonoseki, prefectura de Yamaguchi, Japón y, como tantos otros compositores sobre los que hemos escrito, desde muy pequeño empezó a interesarse por el mundo de la música. El detonante concreto en Wada fue cuando acompañó a su padre a ver una película sobre el kaiju por antonomasia: «Godzilla». Dicha película era Kaiju soshingeki (1968) a.k.a Destroy All Monsters o Godzilla: Invasión Extraterrestre como se la conoció por estos lares. Tras ver esta nueva entrega del coloso atómico, el pequeño de seis años no solo quedo fascinado por aquellos gigantescos monstruos que luchaban entre sí sino que, como él mismo menciona en alguna ocasión, se le quedó grabada la inconfundible e inolvidable marcha militar (Godzilla March) compuesta por Akira Ifukube para la primera película de la saga en 1954, siempre presente a lo largo de los años en las distintas entregas de las aventuras del kaiju; la cual no paraba de tararear mientras jugaba con sus miniaturas del “Universo Godzilla”. Poco imaginaba aquel niño lo que le iba a acontecer en su formación años después en lo referente a esta música.
A partir de aquí Wada fue asistiendo a lo largo de su vida escolar a todas las clases y asignaturas relacionadas con la música, todas ellas relacionadas con la historia de los grandes compositores europeos así como aprender a interpretar el piano y leer partituras y adquirir algunas nociones sobre violín. No obstante, ningún profesor supo ver el potencial que Wada poseía para dedicarse por completo al mundo de la música así que, a la edad de 17 años, decidió por sí mismo aprender composición, armonía y muchos más fundamentos musicales, lo que le llevó en el año 1981 a ingresar en el Departamento de Composición de la Facultad de Música de Tokio estudiando composición con los maestros Sei Ikeno, Reiko Arima y… ¡Akira Ifukube! Un sueño hecho realidad para el joven Kaoru, el cual fue acogido definitivamente por el genio de Hokkaido bajo su tutela llegando a tener una relación más allá de lo académico, como si de un hijo se tratara para él.
Mientras estuvo en la universidad, Wada ganó el Concurso Conmemorativo del 30 Aniversario de la Fuerza de Autodefensa Marítima de Japón para Bandas de Tokio, así como el Premio de la Fundación Sinfónica de Japón. Su trabajo, “Dozokuteki-Bukyoku (Música de danza folclórica) para conjunto de viento sinfónico», fue seleccionado como Composición temática (Obra temática) del Concurso de bandas de todo Japón en 1984. Tras graduarse en la Facultad de Música de Tokio, Wada decidió ir y residir por un tiempo en Europa para ampliar sus conocimientos musicales y beber de otras fuentes ajenas a sus maestros. Allí observó las actividades y como operaban las orquestas de distintos paises, principalmente en Amsterdam. En 1986, la Orquesta Filarmónica de Holanda Septentrional (Noordhollands Philharmonisch Orkest) estrenó sus «Tres fragmentos para orquesta» y fue un gran éxito. Al año siguiente, la obra se interpretó nuevamente en el Concertgebouw de Ámsterdam, como pieza del Programa del Concierto Anual de Temporada Regular de la Orquesta Filarmónica de los Países Bajos (Nederlands Philharmonisch Orkest; anteriormente, la Orquesta Filarmónica de Ámsterdam).
En 1987, la obra de Wada, Aikake para flauta, arpa y percusión, ganó un premio en el Concurso Internacional de Compositores de Música Contemporánea en la ciudad de Nueva York. En 1988, la Orquesta Sinfónica de Malmö (MSO) realizó el estreno de la Suite de Danza Folclórica para Orquesta en Suecia. A partir de entonces, la obra se representó nuevamente en muchos países, incluidos los Países Bajos, Francia, el Reino Unido, Suiza, España, Alemania, Dinamarca, Noruega, los Estados Unidos y Japón. El trabajo fue lanzado en todo el mundo en 1990 bajo el sello Grammaphone Bis.
Tras este peregrinar de aprendizaje el compositor regresó a Japón y no tardó mucho el mundo del anime en llamar a su puerta. Fue para el segundo volumen de la OVA Fushineko Full House (1989), para la cual compuso la música del tema vocal Dark Pirates, interpretado por Hitomi Kuroishi; dejando ya una impronta muy marcada en su forma de componer música para el medio audiovisual. Aún así no fue hasta dos años después cuando comenzó a trabajar de lleno en la industria del anime con 3X3 Eyes, Silent Möbius y Eiyuu Gaiden Mozaicka, película animada para la que ya tuvo el control absoluto de composición sin compartir créditos con otro compositor y cuya música se encargó él también de dirigir en su grabación junto a la Japan Shinsei Symphony Orchestra, dando muestras también de sus grandes dotes como director.
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A partir de aquí su volumen de trabajo se incrementa exponencialmente y los siguientes años de la década de los 90 sus composiciones se cuentan por decenas, destacando bandas sonoras tan relevantes como Ninja Scroll (1993), Ginga Sengoku Gunyuuden Rai, MARS, Shin Vampire Miyu (1994); Crest of Betrayal (película por la que recibió el premio de la Academia Japonesa a mejor banda sonora; Dragon Quest: Emblem of Roto, The Kindachi Case Files (1995) y un largo listado cuyo culmen de dicha década llegó en el año 1999 cuando grabó con la Moscow International Symphony Orchestra para la Saga Space Captain Harlock, concretamente la música de Nibelungen no Yubiwa (La Saga de los Nibelungos).
El comienzo de la década de 2000 fue igualmente inmejorable, colaborando con otro gran compositor, Takayuki Hattori (de quien os hablamos aquí), creando juntos los arreglos musicales de la famosa serie televisiva Ultraman con la Japan Philarmonic Symphony Orchestra. Igualmente se cruzó en su camino uno de sus mejores y más reconocidos trabajos, su fabulosa música para Inuyasha. En 2002 realizó unos fantásticos arreglos musicales para el clásico del anime Princess Tutu siendo interpretados por la Sofia Symphony Orchestra y en 2003 colaboró con otros grandes compositores para crear una gran suite sinfónica de Inuyasha que fue interpretada por la Moscow International Philarmonic Orchestra.
Es en esta década de 2000, cuando también ven la luz otras tres de sus grandes bandas sonoras: Samurai 7 (2004), D. Gray Man (2007) y Saint Seiya: THE LOST CANVAS (2009). Esta última una absoluta maravilla sinfónica que es de obligada escucha y descubrimiento. Banda sonora para un anime que, incomprensiblemente, no se finalizó siendo de largo lo mejor que se ha hecho del canon tras la original. También en 2009 lanzará un álbum en el que revisitará algunas de sus mejores piezas para el audiovisual y concierto titulado The Echo of Japan – Die Musik von Kaoru Wada, concierto donde dirige a la WDR Radio Orchestra Cologne.
En la década de 2010 Wada se centra principalmente en crear obras para concierto y hacer arreglos para, principalmente las sagas KINGDOM HEARTS,MONSTER HUNTER y Ace Atourney, lo que no le quitó tiempo para realizar uno de sus sueños; rendir tributo a su gran maestro, Akira Ifukube, regrabando y revisitando la banda sonora original de Godzilla (1954) con la Japan Century Symphony Orchestra y con un resultado espectacular. Nunca la música del gran kaiju ha sonado y sido interpretada de mejor forma que bajo su batuta en esta grabación. En 2018 dirige y revisita nuevamente su música para Princess Tutu clebrando el 15 aniversario de la serie y en 2019 compuso y grabó música para una colaboración internacional de anime entre Japón y Arabia Saudí. Esta grabación llevó el título de The Journey.
Ya en la década de 2020 comenzó esta escribiendo una suite sinfónica para la compañía de sake Asahi Suzo que fue interpretada por la Japan Century Symphony Orchestra cuyo título es Dassai Symphony, la cual consta de ocho preciosos movimientos en los cuales Wada muestra una madurez y absoluto dominio de todos los fundamentos musicales que debe poseer un gran maestro. Junto con estas numerosas actividades, Wada también ha publicado muchas obras para instrumentos indígenas japoneses, además de obras que utilizan el folclore y las canciones populares japonesas como motivos. Ha publicado numerosos trabajos encargados desde Japón y países prácticamente de toda Europa y Estados Unidos.
A lo largo de tres décadas, son más de trescientas obras las que hay en su haber, bien sea como compositor, orquestador o arreglista. Siendo, evidentemente, uno de los más reputados y respetados músicos de Japón y fuera de sus fronteras.
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NOTA: Quiero agradecer esta entrada a Juan Ramón Hernández, que continúa ampliando como firma invitada nuestros contenidos relacionados con el mundo de las bandas sonoras.
Esperamos que gracias a estas entradas os animéis a descubrir fantásticas bandas sonoras y a sus respectivos compositores.
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