En 1953 Yasujirō Ozu rodó ‘Cuentos de Tokio‘ sin saber que se convertiría en todo un clásico del cine japonés. Para celebrar su 60º aniversario, en 2013 otro maestro como Yōji Yamada realizó su particular homenaje con ‘Una familia de Tokio‘ (Tōkyō Kazoku), actualizando a la original pero manteniendo su esencia.
Shukichi Hirayama (Isao Hashizume) y su esposa Tomiko (Kazuko Yoshiyuki) son una pareja de ancianos que vive en Osaki, una pequeña isla. Acostumbrados a su tranquila y apacible vida y, aunque no les gusta mucho la vida, viajarán a Tokio para visitar a sus tres hijos. El mayor, Koichi (Masahiko Nishimura) dirige un hospital. La hija, Shigeko (Tomoko Nakajima), dirige un salón de belleza. Y su hijo menor, Shuji (Satoshi Tsumabuki), diseña decorados en obras de teatro. Aunque los tres quieren que sus padres tengan una estancia agradable en Tokio, todos ellos están ocupados con sus trabajos, y los ancianos no se sienten a gusto en la capital. Un día, Tomiko visita el piso de Shuji, donde se lleva la agradable sorpresa de conocer a Noriko (Yu Aoi), la novia de su hijo. Pero, poco después, Tomiko se desploma en casa de Koichi, lo que causa una conmoción en la familia…
Según la R.A.E., «Familia» es un término que se utiliza para designar a un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas, al conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje o a los hijos o descendencia, entre otras acepciones. Homenajeando a los ‘Cuentos de Tokio’ de 1953, Yoji Yamada toma prestados los elementos con los que Yasujiro Ozu nos deleitó con su fantástica película, pero actualizándolos a la época actual. Sin olvidarse de mantener la crítica y la esencia que se desprendía de aquella película, que desde 2012 está considerada como la mejor película de la historia del cine por parte de los directores internacionales más influyentes (ranking realizado en la revista Sight and Sound por el British Film Institute). Como ya os comentamos en la reseña de ‘Cuentos de Tokio’, Ozu se había caracterizado por su fidelidad a la hora de reflejar los sentimientos humanos, tratando en su obras diferentes asuntos que le acompañaron en toda su carrera, entre los que se encuentra el retrato de la occidentalización de Japón.
Algunos de estos cambios significativos son más que evidentes: el destino de la pareja de ancianos es el mismo, Tokio, aunque se ha modificado su residencia de Hiroshima en la original a Osaki, una pequeña isla. Cambiamos el balneario clásico (onsen) por un hotel de lujo. El tren, ese elemento que permite juntar de nuevo a la familia y recortar simbólicamente la distancia (tanto física como de personalidades entre los miembros de la familia), no tarda los dos días que tardaba antes en recorrer esa distancia. Ahora es un tren bala, un Shinkansen. En la original la postguerra marcaba el contexto, mientras que en esta se recuerda el fatídico tsunami que arrasó la costa de Japón en 2011 (conocido como terremoto de la costa del Pacífico en la región de Tōhoku de 2011). Y ahora, aunque la abuela lleva sus pequeños mapas o «croquis» hechos a mano en su libreta, los coches llevan GPS incorporado, por lo que no hace falta que dé indicaciones de por dónde deben circular.
«Eres un hombre afortunado. Puedes sentirte orgulloso de tus hijos…«
Estos son algunos de los elementos con los que Yamada ha querido poner al día el clásico de Ozu, pero la metáfora y la crítica siguen más que presentes, aunque hayan pasado más de 60 años ya. Las familias siguen creciendo cada vez con más frecuencia, pero esos núcleos familiares de antaño se están perdiendo. No tenemos más que pensar en cualquiera de nuestras familias, donde cuando hay alguna reunión por cualquier motivo, por encima de los diálogos se imponen las tecnologías. Se está perdiendo algo tan esencial como la comunicación entre emisor y receptor en favor de una versión 2.0: los chats, el whatssapp, line, o cualquier otra aplicación. Es verdad que hoy en día se logra mantener un contacto más cercano gracias a estas tecnologías, pero es innegable e inevitable que todo tiene su cara opuesta, y estas tecnologías hacen que la distancia y el tiempo sean causantes del abandono de las relaciones familiares, de que se esté perdiendo esa conexión tan propia de las familias.
En este drama de ritmo tranquilo, pausado y sosegado, donde los silencios forman parte del ruido ambiente, los abuelos siguen teniendo en su recuerdo un carácter de sus hijos de cuando eran pequeños, cuando ellos tenían una mayor importancia en sus vidas y eran quienes los sustentaban. Ahora, ya son grandes y viven sus propias vidas, tienen sus propias familias. Y desgraciadamente, los abuelos ya no son tan importantes en esas vidas. No se les deja de tener afecto, faltaría más, pero se anteponen otros elementos a ellos, como puede ser el trabajo. Queda demostrado que las personas evolucionamos tan rápido que entre las distintas generaciones se crea un vacío donde no tiene cabida la comunicación, algo que desde la película de 1953 sigue estando de actualidad hoy en día, y lo seguirá estando durante muchos años más… Ese sigue siendo uno de los puntos más destacables de este drama.
Al igual que en el clásico, los tiempos han cambiado tanto en el trabajo como en la educación de los niños (muy presente cuando esos abuelos se extrañan de que su nieto mayor Minaru vaya a clases de refuerzo por la tarde-noche y se lleve la comida o cuando no ven un futuro en el trabajo de su hijo menor). Comenzando por ese nieto mayor que no quiere compartir su habitación con sus abuelos, o esos hijos que no saben como van a repartirse a sus propios padres para que no les suponga una molestia mayor el hecho de tenerlos en casa. Unos hijos que quieren lo mejor para sus padres, pero que no quieren que influyan en sus vidas actuales, por lo que prefieren anteponer sus trabajos antes que «perder» un día en sacar a pasear a sus padres y que vean la ciudad, o que prefieren enviarlos a un hotel de lujo para quitárselos de en medio. Sus rutinas no pueden ser alteradas, incluso aunque la enfermedad esté de por medio.
«Los hijos nunca salen como los padres se imaginan…«
Los hijos, con el ritmo de vida que llevan donde el trabajo cobra mayor importancia, no tienen tiempo ni siquiera para atender a sus padres. El egoísmo humano y el desarraigo son algunas de las críticas que más presentes están en la película. No deja de resultar curioso que, en una sociedad como la japonesa, idealizada como una sociedad donde el respeto por los mayores es uno de sus pilares base, pasen estas cosas. No se puede generalizar, desde luego, pero es muy curioso el momento en el que dos chicas están recogiendo la habitación del hotel donde se hospedaban los ancianos y entre ellas hablen de que seguro que no podían ser jóvenes los que estaban allí, sino que eran personas mayores porque habían dejado la ropa recogida, las sábanas dobladas y todo muy ordenado. Otro de los elementos que se han visto modificados en la trama es que en esta ocasión, el hijo menor no ha muerto en la guerra, sino que está vivo. Ahora, nuestra querida Noriko (interpretada por Setsuko Hara y ahora por Yu Aoi) no vive sola.
De hecho, no forma parte de esa familia hasta que su hijo decide presentársela a su madre. Pero es fantástico ver como Yamada ha mantenido, a su manera, la esencia del personaje, que aún siendo un elemento externo al clan inicialmente tratará a los ancianos con un mayor afecto que el que cualquiera de sus hijos mayores podría haberles ofrecido. No sé, me ha parecido un personaje muy entrañable, como ya en su momento me lo pareció -aún más- el de Setsuko Hara. Cuando seamos mayores, quizás nos gustaría que si llegamos a tener unos hijos así que solo se preocupen de lo material y del trabajo -cosa que cada día sucede más, todo hay que decirlo-, podamos tener una nuera tan considerada como Noriko. Pero no se trata sólo de remarcar las diferencias entras las distintas generaciones, como en este caso donde observamos a los abuelos, los hijos y los nietos; sino también de marcar las diferencias entre la evolución que sufrió la vida en el campo y las diferencias tan notables que había con respecto a la evolución en las ciudades y, sobre todo, de la incomunicación.
Aquí esta evolución atañe más a la inclusión de la tecnología en la vida del día a día, con esa abuela que ni se da cuenta cuando le está sonando el móvil -en curioso y marcado contraste con el Fiat Cinquecento al que está tan apegado su hijo menor, Shuji-. Es un coche viejo, que hasta los recogedores de basura han pensado que era chatarra para reciclar, pero él sigue teniéndole un gran afecto a ese coche antiguo. Por eso hay frases tan destacables como la que pronuncia el abuelo al decir que «No hay nada como contemplar el mar para sentirse relajado» (en contraste con el momento cuando, pese a estar descansando en un hotel de lujo y en unas camas muy confortantes frente a las vistas de una impresionante noria, ellos no consiguen conciliar el sueño con el ruido y ese extra de comodidad a la que no están acostumbrados).
«Al final nos hemos convertido en unos sin techo…«
Dirigida por Yōji Yamada y escrita por él mismo junto a Emiko Hiramatsu, ‘Una familia de Tokio’ cuenta entre su elenco con Isao Hashizume, Kazuko Yoshiyuki, Tomoko Nakajima, Yu Aoi, Yui Natsukawa, Satoshi Tsumabuki, Masahiko Nishimura, Shigeru Muroi, Shozo Hayashiya, Etsuko Ichihara o Bunta Sugawara.
La dirección de fotografía es obra de Masashi Chikamori y la banda sonora ha sido compuesta por otro de los grandes como es Joe Hisaishi. Una banda sonora fantástica y preciosa, muy puntual, dando mucho espacio a los diálogos y al sonido ambiente, a la par que dando mucho juego al silencio como elemento transmisor de emociones. Aparece cuando se la necesita y desde luego, sus melodías no se olvidan fácilmente.
Si ya os aconsejamos que ‘Cuentos de Tokio’ era una película que no podíais perderos, sin duda alguna ‘Una familia de Tokio’ os envolverá de nuevo en el recuerdo de aquel clásico con un toque más fresco y actualizado. Haced un hueco y disfrutad de este cine, tranquilo, de un ritmo diferente, sosegado, y dejaos llevar por su fantástica historia. «Para todo aquel que tenga padres y tenga hijos», como dice el rótulo que podemos ver en la portada. Como siempre, esperamos conocer vuestras impresiones sobre la película en nuestras cuentas de Facebook o Twitter.
Lo mejor: Este homenaje aunque actualizada, mantiene la esencia del original. Buenas interpretaciones y ritmo sosegado.
Lo peor: No verla por el hecho de ser un remake. No ver la original por el hecho de estar rodada en blanco y negro.
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Gracias a la distribuidora A Contracorriente (y distribuida por Karma Films) contamos en nuestro país con esta brillante película – Espiga de Oro en la Seminci 2013 y reconocida con la Berlinale Special Gala- que nos ha llegado en dos ediciones con distintos formatos, tanto en DVD como en Bluray ( válido en Zona B).
Un fantástico homenaje a uno de los grandes maestros del cine japonés (junto a Kurosawa, Mizoguchi o Kinoshita, por citar algunos ejemplos) llevado a cabo por el que con el tiempo -si es que no lo es ya- será reconocido junto a ese selecto grupo, Yoji Yamada (Kabei nuestra madre, The hidden blade).
- MENÚ PRINCIPAL:
El menú de inicio ha sido dividido en cinco apartados principales: Ver película, Configuración, Selección de Escenas, Contenidos Extra y Otros títulos.
- APARTADO VISUAL:
Como cambian los tiempos… si la película original estaba rodada en blanco y negro en un formato de pantalla 4:3 y un formato de imagen 1.37:1, en esta ocasión nos encontramos con que ‘Una familia de Tokio’ viene presentada en un formato de pantalla 16/9 anamórfico (compatible con 4:3), y un formato de imagen 1.85:1 1080 24p. Una fantástica definición, color y contraste hacen que la edición que nos presenta A Contracorriente Films sea una auténtica maravilla que, sumado a la experiencia frente a una cámara de Yamada, haga que sólo tengamos que sentarnos y dejarnos llevar por su historia.
- CONFIGURACIÓN (APARTADO SONORO):
La edición cuenta tres pistas de audio presentadas en DTS-HD Master Audio 5.1: Castellano, Catalán y Japonés. Si la imagen goza de una gran calidad, no iba a ser menos en el sonido. Si disponéis del equipo adecuado esta historia os envolverá con su banda sonora -muy sútil-, con sus diálogos y su ruido ambiente. Nos encontramos con unas excelentes pistas acordes a un título de estas características. Aunque el doblaje no está nada mal, conste, como siempre os recomendaros el sonido en versión original japonés para sumergiros de lleno en la experiencia. Simplemente tendréis que utilizar la pista de subtitulos en Castellano o Catalán que tiene la edición.
- SELECCIÓN DE ESCENAS:
Desde este apartado podemos acceder a cualquiera de las 6 escenas en que ha sido dividida la película. No contienen titulo, pero sí número identificador para poder elegir la escena que deseemos.
- CONTENIDOS EXTRA:
Como Contenidos extra la edición cuenta con el Tráiler de la película, la Presentación de la película y un Vídeo ensayo de Antonio Santos.
- OTROS TÍTULOS:
Por último como complemento podremos ver los Tráilers de otros títulos como: ‘Cuentos de Tokio‘ y ‘Primavera Tardía’ de Yasujiro Ozu y ‘Antes del anochecer’.
Con una duración de 146 minutos, ‘Una familia de Tokio‘ ha recibido una calificación de ‘No recomendada a menores de 7 años‘.
Enlaces: A Contracorriente, Karma Films
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